Juan Carr es un activista social que nunca se detiene. De profesión veterinario y docente, sus inquietudes lo llevaron a crear, junto a su familia, Red Solidaria en 1995. Luego se dedicó a liderar esta prolífica institución. En 2009 impulsó la creación del primer centro universitario de lucha contra el hambre, en la facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires, y en 2011 participó de la fundación de la Agencia de Comunicación Mundo Invisible. Fue homenajeado en la Cámara de Diputados de la Nación por su trayectoria y mérito en 2014 y, además, recibió cinco nominaciones al Premio Nobel de la Paz. Junto con Yanina Kinisberg escribió el libro Hoy me comprometo: 100 acciones solidarias. Tiene cinco hijos, un yerno, como él describe, y un gran corazón para ayudar a donde más se lo necesite.
Las recientes tormentas evidenciaron que muchas promesas de los políticos se las lleva, en este caso, el agua. ¿Qué le parece?
En mi caso tengo una visión compasiva. Parto de mi optimismo natural; pensé que la inundación, desde lo político, iba a ser mucho más compleja. Con 39 municipios de distintos signos políticos afectados consideré que iba a ser más complicado. La verdad que lo creía, aunque no lo decía. Lamentamos algunas muertes, que es lo que más duele, pero, si bien voy a decir una frivolidad, tuvimos menos que en las inundaciones de La Plata y Santa Fe. En la intimidad del dolor estaban juntos todas las fuerzas políticas, los bomberos, los municipios, la Iglesia, la comunidad judía. En el dolor, la Argentina funciona bien. Esperaba un escenario más grave desde lo institucional y no ocurrió. Por supuesto que cuando ves un solo inundado no podes celebrar nada.
¿Qué se podría hacer para evitar llegar a la situación que debió atravesar tanta gente?
La verdad es que me incluyo y no puedo hacer un análisis desde afuera. Tras cada catástrofe que hay todos nos juramos que vamos a reunirnos, juntarnos para preparar una emergencia y esta emoción nos dura tres días. La primera responsabilidad es política. Es un momento del año en el que es muy difícil lograr un acuerdo. En eso no soy optimista. Falta que llegue fin de año o el año que viene para que la Argentina vuelva a intentar, una vez más, un mecanismo para abordar el tema del agua como tal. Además en las urgencias nos falta diseño social para resolver con más velocidad.
¿Los candidatos a la Presidencia se acercan a conversar con usted, le piden opiniones?
Sí, los conozco a todos. Son de mi generación. Nos llevamos muy bien en todas las temáticas. Los temas principales pasaron porque en el invierno no hubiera ninguna muerte por frío en las principales veinte ciudades del país. Por el monóxido de carbono hace tres años murieron 76 personas; en este año, 20. Es tremendo, pero disminuyó. Todos los asuntos los hacemos pasar por la política. Además es una responsabilidad para nosotros dialogar con el mundo político.
¿Qué campaña está impulsando actualmente?
El 31 de agosto empezamos: “Mirá al Garrahan”. El objetivo es que a fin de año en la Argentina podamos parar una hora para mirar al Garrahan como el monumento a la cultura solidaria. Hoy atendió a 800 chicos, operó a 30 chicos y esta semana hubo cinco trasplantes, entre otros logros. Queremos que el país pueda homenajear a ese hospital que representa la Argentina soñada. En eso está mi cabeza. También en que la gente que lea esta nota pueda seguir abriendo la ventana porque el monóxido sigue matando y todavía hace frío. Si prendés la calefacción, abrí la ventana. Seguimos diciendo que si ven a alguien en la calle cuando hace frío llamen por teléfono (al 108) y también quiero que llegue el 10 de diciembre, gloriosamente, porque lo institucional me interesa mucho. En las elecciones impulsaremos, como hicimos otras veces, que la gente nos diga en qué provincia vota y nosotros le mandamos la foto del que se ha perdido para pegar en las respectivas escuelas. Haremos 24 imágenes.
¿Qué liderazgo intenta impulsar desde sus acciones?
Ninguno. Es algo que no resolví, trato de ser buen padre y buen marido en casa. No pienso mucho en el liderazgo. Pero si algún día llegara a serlo, no creo en el líder clásico, capitalista, de posguerra como Superman o Batman. Me parece que los líderes que vienen tienen que tener una mirada de equipo, comunitaria. Al líder único le tengo casi miedo. Entonces, si algún día fuera líder me encantaría enseguida presentar a cuatro o cinco que forman el equipo conmigo.
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